Cada momento es una bonita canción en la memoria de alguien. Nos
recordamos con esa canción -¿Cuál canción?- y nos desvanecemos de poco en poco
hasta viajar por un solo instante a ese momento exacto en el que vivimos ese
recuerdo. ¿Nos abandonamos? Nos abandonamos, nos vamos dejando como si nada…
objetos menospreciados y ya, a veces así te hacen sentir.
[La morena que jamás me quizo, esa flaca hermosa que justo –aunque
a mi me pareció injusto- en ese momento en el que al fin la besé, me enamoró. Y
ahora. ¿Y ahora? Ahora no está.]
Nos lamentamos por todo, por todo lo que pasa y todo lo que no
pasa. Por aquello y por lo otro. ¿Qué es la vida sin lamentos, sin un orgullo
del cual vanagloriarnos cada que decimos "buenos días"? ¿Qué es lo
que no es? ¿Qué es lo que no será? Preguntas fútiles; exhalo, intento vivir.
Sangrías nada más, que no me dejan puro, así, sin enfermedad.
Nos lamentamos de que el mañana sea incierto, de que el ahora no
sepamos lo que es y que el ayer ya no sea el ahora. Vivimos queriendo lo que ya
tuvimos alguna vez en la vida y lamentándonos porque lo perdimos
y lo dejamos ir. Nos lamentamos por todo ello. Nos lamentamos, muy seriamente
nos lamentamos, con golpes en el pecho, lagrimas y reproches llenos de
sinceridad. Nos lamentamos, por todo aquello que no hicimos, por todo aquello
que no intentamos o que dejamos como una simple idea en el aire para un futuro.
La verdad es que no estaba en mis planes vivir tanto. ¿Qué hace
uno con tanto tiempo de sobra? Arriesgar la vida por enésima vez, quizá.
(No confíes, no quieras, no esperes por nadie, no esperes nada de
nadie y así no hay decepciones, así no te dejan sin nada.) Lo lamentable de
todo esto es que aprendí que hay personas tan repugnantes que hacen
arrepentirme de todo lo bueno que he hecho por los demás. Que alguna vez me
dieron una razón o motivo para no continuar ayudando, pero no me vencieron.
(Para mí, de mí, por mí. Por mi cumple.)