martes, 31 de julio de 2012
Esperanza.
La vida no es ni será como aquellos cuentos infantiles con los que creciste. No hay dragones que vencer, ni princesas que salvar. No hay un trono al cual ascender, ni magos que te ayuden con sus trucos, pócimas o hechizos.
El amor no existe, las lealtades son momentáneas y los errores son para siempre. No son suficientes las canciones tristes para los corazones rotos, los sueños incumplidos o los abandonos impunes.
En un mundo así de trágico, lo único que nos queda es la esperanza.
Azhvn.
domingo, 8 de julio de 2012
El libertador de México.
“Ya sabéis el modo de
ser libres;
a vosotros toca
señalar el de ser felices.”
Agustín de Iturbide
Al
leer la historia de México, sus hechos, sus personajes relevantes, sus causas y
consecuencias se llega a dar cuenta que como país y como mexicanos le tenemos
miedo a nuestro pasado. Son bastos los personajes históricos que han sido
borrados de la historia oficial, algunos completamente y otros los han vuelto
villanos, traidores o vende patrias. Tan siquiera ellos tienen la dicha de
aparecer en los libros de historia, de aun ser recordados y con sus acciones
realizadas en el pasado enseñar algo a las nuevas generaciones.
Como si fuesen fantasmas a
los cuales debiésemos evitar a toda costa para así impedir el resurgimiento de
aquellas viejas heridas. Nuestros fantasmas tienen nombre y apellido, uno de
ellos es un hombre nacido un 27 de septiembre del año de 1783 en Valladolid
(actualmente Morelia), Michoacán. Su padre Don José Joaquín de Iturbide y Arregui
originario de Pamplona, España y su madre Doña Josefa de Aramburu y Carrillo de
Figueroa que provenía de una noble familia de Navarra y Vizcaya pero que había
nacido en México; nombraron al primero de sus cinco hijos como Agustín Cosme
Damián de Iturbide y Aramburu.
Agustín realizo sus estudios
en el Colegio de San Nicolás en Morelia para después comenzar a trabajar en la
hacienda de su padre. Más tarde se enrolaría en el ejército, donde tendría una
carrera exitosa y libraría batallas en contra de los insurgentes que buscaban
la independencia. En sus Memorias
escribió: “Siempre fui feliz en la guerra, la victoria fue compañera
inseparable de las tropas que mandé. No perdí una acción, batí a cuantos
enemigos se me presentaron o encontré, muchas veces con fuerzas inferiores de
uno a diez.” 1
Combatió a sus adversarios
en Yuriridia y en Valle de Santiago. El 5 de junio de 1812 “entre dos y tres de
la mañana […] entró en el Valle y hallando a los independientes sumergidos en
un profundo sueño. […] fueron tomados los cuarteles y la casa que ocupaban
Albino García y Francisco García, […] lograron aprehender á estos dos jefes, así
como a ciento cincuenta de sus compañeros […]. Iturbide mando fusilar a todos
los prisioneros, con excepción de los hermanos García […]” pero a los hermanos
García les deparaba algo peor. El jefe del joven Iturbide, García Conde, los
haría pasar por las armas el 8 de junio y sus cadáveres descuartizados para
poner los miembros en varios lugares á la expectación pública. Derrotó a
Morelos por primera vez en Valladolid y por segunda y definitivamente en
Puruarán, Michoacán el 5 de enero de 1814. Esas fueron sus batallas más
significativas. 2
Fue Lucas Alamán quien en su
libro Historia de México documentaria
su crueldad y excesos en batalla. A partir del año de 1816 comenzaría a
desatarse un escándalo por diversas acusaciones como latrocinio, saqueos,
incendios y comercio ilícito. Fue absuelto de todas aquellas acusaciones hechas
en su contra pero no basto para limpiar su nombre. 3
A pesar de sus actos crueles
fue gracias a él que se consumó la independencia de México de manera pacífica y
terminando con el derramamiento innecesario de sangre. Se reunieron Vicente
Guerrero comandante de las fuerzas insurgentes y Agustín de Iturbide y
terminaron con la guerra sellando sus acuerdos con el Abrazo de Acatempan.
En el cumpleaños número 38
de Agustín de Iturbide, entraron a la capital “dieciséis mil hombres del
Ejercito Trigarante, […] la bandera de aquel ejercito que simbolizaba el
contenido del Plan de Iguala fue tan popular que, con leves modificaciones,
sería adoptada como bandera nacional.” Todas las esperanzas nobles y las ambiciones mezquinas salieron a la
superficie, lo llamaban El padre de la patria, varón de Dios, confusión de
España, admiración de Europa, honor de América, héroe original sin ejemplo en
la historia. 4 El 21 de
mayo de 1822 Agustín de Iturbide seria coronado como el primer Emperador de
México y seria conocido como Agustín I, quien después escribiría en sus Memorias: “Hube de resignarme á sufrir
esta desgracia, que para mí era la mayor.”
5
En la etapa final de su
vida, cuando Iturbide se encontraba en el exilio le hicieron llegar noticias de
una posible invasión a México por la Santa Alianza (Rusia, Austria y Prusia).
Llego al puerto de Soto Marina en auxilio de su amada patria el 14 de julio de
1824, donde sería apresado por Felipe de la Garza y conducido a Padilla donde
el Congreso de Tamaulipas lo condenaría a muerte por traición en cumplimiento a
la ley del 23 de abril que había sido propuesta por el diputado Francisco
Lombardo, que declaraba como delito de traición el hecho de que Iturbide
volviera a pisar suelo mexicano, suelo que él había hecho independiente. El
congreso no le concedería ni siquiera defenderse, mucho menos el ser escuchado.
Sus últimas palabras serian: “Mexicanos: […] Muero por haber venido a ayudaros
y muero gustoso porque muero entre vosotros”.6
Su asesinato causaría
conmoción en la nación. Vicente Riva Palacio escribiría: “La sangre derramada
en Padilla es una de las manchas más vergonzosas de la historia de México […]
El pueblo que pone las manos sobre su libertador es tan culpable como el hijo
que atenta contra la vida de su padre”.
Tiempo después, dos
personajes históricos importantes se solidarizaron con Iturbide. “El 3 de Julio
de ese mismo año (1832), después de ataviarse de gala con sus mejores prendas
militares, el comandante (Manuel Mier y Terán) camino detrás del templo de San
Antonio Padilla (en Tamaulipas) solo para contemplar el lugar donde había sido
arteramente fusilado el que fuera el primer emperador de México, Agustín de
Iturbide, ocho años atrás. […] Para él la muerte era todo un ritual. Sin
vacilar, se abalanzó contra su espada abriéndose el pecho para acompañar a
Iturbide hasta la tumba.” 7
Fue por órdenes del Presidente Anastasio Bustamante, en el año de 1838, que se
depositaran los restos de Iturbide en una capilla de la catedral. A la muerte
del Presidente Bustamante, el 6 de febrero de 1853, como su última voluntad
pidió que su corazón fuera llevado a la ciudad de México y depositado en la
catedral junto a los restos de su héroe. 8
En la versión original de
nuestro himno nacional, compuesto en 1853 por Francisco Gonzales Bocanegra,
hace alusión a Iturbide en su estrofa VII: “Si a la lid contra hueste enemiga
/nos convoca la trompa guerrera, /de Iturbide la sacra bandera / ¡Mexicanos!
valientes seguid. /Y a los fieros bridones les sirvan /las vencidas enseñas de
alfombra: /los laureles del triunfo den sombra /a la frente del bravo adalid.”
Iturbide, seria suprimido del himno nacional mexicano el cual no sería adoptado
oficialmente si no hasta el 4 de Mayo del año 1943, durante la Presidencia de
Manuel Ávila Camacho.
Bien dicen que la historia
la escriben los vencedores y en este país esa regla no es excepción.
Innumerables han sido las batallas que se han vivido en México, desde tiempos
anteriores a la conquista española, hasta la revolución. Batallas que marcaron
cicatrices eternas en nuestra memoria histórica y que el día de hoy luchamos
por no recordarlas jamás.
Bibliografía.
1. Navarro y Rodrigo, Carlos. “Vida de Agustín
de Iturbide/ Memorias de Agustín de Iturbide.” Madrid, España: Editorial
América, 1919.
2.
Riva Palacio, Vicente. Zarate, Julio. “México
a través de los siglos: Historia general y completa del desenvolvimiento
social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario de
México desde la antigüedad más remota hasta la época actual. Tomo tercero. La
guerra de independencia.” Publicado en 1880.
3.
Krauze, Enrique. “Siglo de caudillos.”
México: Maxi Tusquets Editores, 2009.
4.
Ibíd.
5.
Navarro y Rodrigo. Óp. Cit.
6.
Borrego, Salvador. “América peligra”. México:
1983.
7.
Guerra de Luna, Manuel. “Los Madero. La saga
liberal.” México: Editorial Siglo bicentenario, 2009. Primera edición.
8.
Krauze. Óp. Cit.
Rocha Solis, Julio. "El libertador de México". Revista Quórum Junio. Pág. 18 http://issuu.com/quorumdgo/docs/quorum5
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