miércoles, 14 de diciembre de 2016

Morir este mismo día

Podría morir ésta misma noche y, lo único que le 
reprocharía a la vida sería el no poder volver a 
vivir ese instante exacto en el que te conocí.

Podría morirme, aceptar volver a empezar, nacer,
crecer, tener padres diferentes, hablar un idioma
distinto, vivir en otro país, tener hermanos o 
incluso no tenerlos y, lo único que le reprocharía
a la vida sería el no poder volver a vivir ese
momento en que todo a mi alrededor se detuvo
y estabas tú allí solo siendo la mujer más perfecta
que mis ojos y mi vida hayan visto jamás.

Todo por ella vale la pena. Todo.

domingo, 21 de agosto de 2016

Miedo del día

Sabes, lo extraño de todo esto es que he comenzado a acostumbrarme a tu ausencia y cada día aumenta el miedo que tengo de que ya no sienta que te pueda extrañar más, que ya no sienta la necesidad de ti, de saber de ti, de preguntarme por ti cada mañana…

Miedo del día en que ya no te recuerde, de que ya no sepa cómo suena tu voz, como es tu mirada, tu caminar, la suavidad de tu piel, tu aroma, toda tú. Tengo miedo de olvidar, de ya no sentir que necesito verte sonreír…

“¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día hoy? ¿Estás bien?”

Y a pesar de todo esto, aquí estoy, extrañándote, pensando en ti cada mañana, cada tarde y justo antes de ir a dormir. Escribiendote, describiéndote, dibujándote, pensándote… suspirándote. A veces te sueño y maldigo cada noche en que no lo hago. Sabes, lo extraño de todo esto es que eres insuperable.

Es esa necesidad, la necesidad de extrañarte, a la que aun me aferro, a ese apego que te tengo in-con-di-cio-nal.

martes, 26 de julio de 2016

La musique

Soy de aquellos que creen que, la música debe de resonar hasta los tímpanos con una claridad que haga distinguir hasta a la más diminuta nota musical.

De aquellos que creen, que ese retumbar en los tímpanos tiene que llegar hasta el mismo cerebro para que se ericen los bellos de la piel, se haga un nudo en la garganta y los ojos sientan la necesidad de sacar lagrimas de emoción… o de tristeza. 

Que la boca sienta ganas de cantar, de gritar descontroladamente.

Que la música no pare, pues.