viernes, 31 de enero de 2014

Fatalidades I

Pensando en las fatalidades y en los desencuentros llegó a mi un recuerdo.

Una noche en el centro de Querétaro, alrededor de las 2 o 3 de la mañana, llegué a una cantina de esas a las que nadie nunca piensa, ni quiere llegar y me encontré con un mariachi y está canción. Traje negro, camisa blanca, corbata negra, mancuernillas de color turquesa, no encajaba en el lugar eso es cierto pero algo me invadió y pedí tequila y una corona. En esa cantina conocí su música y de allí al José Alfredo. Lo ridículo de esto es que es que no salí corriendo ni pregunté a nadie por tu vida, no grite por tu maldito amor, que la diferencia era mucha y que sigues siendo ajena. 

Fui un payaso, que hubiera querido ser almohada. No me las sabia todas y cuando sonó aun que no sea conmigo, ni una palabra salió.

A veces simplemente queremos refugiarnos en algo, tan siquiera en canciones.

viernes, 24 de enero de 2014

De aquí a nada.

24.01.2014.20.20. Viernes. Café, cigarro, pan y galletas, una pluma que tatúa el papel con un rencor solemne y un "Do I wanna know?" que se escucha de fondo. Nada cambia. El insigne tocayo que muestra un mundo nuevo (un mundo olvidado), de palabras que flotan en el aire y muestran la cacofonía que siempre has sido. (Me tira a matar).

De olvidado y ridículo estoy a tres pasos, de lo absurdo a la vuelta de la esquina y de lo surreal... quizá allí vivo, entre moscas que pululan de mis labios y lagrimas secas que se vuelven rocas. El cropofilo atómico y monárquico me ha contagiado. (O tal vez solo fue su amor a los bienes).

Me encierro inmamente (como la tortuga que sostiene al mundo (aquí me volví defensor de A'Tuin (y me capturé, abriendo paréntesis sobre paréntesis como una mala ecuación matemática))), solo para llevar a cabo un juicio de mí, con una corte integrada por muchos yo's sedientos por condenarme -todo es tan Kafka que me odio.

Así me deja Cortázar, con ganas de un poco de mate y un acento argentino resonando en mi cabeza. Cuatro, cuatro, cuatro (en tres). Doce. Tres. Fin.

sábado, 18 de enero de 2014

[Ad Interiora Azhun]


Hay ocasiones en que puedes estar en el lugar más concurrido de todos, con muchas de las personas que conoces y otras tantísimas que no, y aun así sentirte completamente solo. Todo a tu alrededor se vuelve borroso, figuras sin un rostro del todo definido y el ruido se vuelve solo un elemento más que no altera el ambiente de esa soledad.

Pero, caso contrario, puedes estar en completa soledad en tu habitación acompañado sólo de un silencio que te arropa y sentir que no necesitas más. Te arrojas a la soledad y abrazas sus consecuencias. 

miércoles, 15 de enero de 2014

Existir.

(Sin algún orden ni coherencia. Solo escribí aquí todo lo que me llevo a pensar este libro y lo coloque como fue fluyendo. Tal vez después le de su orden y coherencia, por ahora solo lo quiero así.)

Cada una de las personas que se dedica a escribir llega a proyectarse de una u otra manera en aquello en que se encuentra trabajando. Hacer algo de manera impersonal, sin que exista atadura alguna que le lleve a una relación con ese gran o pequeño escrito es prácticamente imposible. Cada palabra, enunciado, párrafo, página, capitulo o libro lleva un pedazo de la persona que lo llevo a cabo.

"Crimen y Castigo" de F. Dostoyevsky resulta una de esas obras en las que se proyecta a si mismo de tal manera que se le puede conocer en una intimidad casi inigualable. Es casi como haberlo visto vivir un instante en el tiempo y asegurar que pudiste tocarle, beber con él, comer con él, sufrir con él. Poder saber lo que pensaba en unos pocos renglones y como se afligía por ciertas circunstancias.

Desde el instante mismo en el que menciona las dos clases de personas posibles que hay en este mundo o mejor, que conforman esta sociedad, los que tienen derecho a violar la ley y los que están obligados a respetarla letra por letra. Se lee algo de él allí, un no sé que qué inquieta. Sea verdad o no -las clases de seres en la sociedad- resulta inquietante.

Después la embriagues de Rodion (Raskolnikov), que también refleja algo de él. Esa embriagues que pasa por largos ratos donde se pierde, aun que le llama fiebre.

La existencia de Dios o dios -una maestra de francés me dijo que dios se escribe con minúsculas- y su benevolencia inexistente -o aparentemente- hacia las personas más desdichadas, esa discusión llevada por Rodio y Sonia.

Perder la razón de vivir y existir en un mundo oscuro sin dirección alguna hasta que pasa ese algo que le da de nuevo sentido a la vida. Esa cosa absurda de la que habla/escribe Albert Camus en su libro "El Mito de Sísifo." Es este punto el que siento que aborda más -quizá también debe de ser mi fascinación por el tema- pues no solo le sucede a Rodion, también a Svidrigailof a lo que este último me recuerda la aparente libertad en la que se vive cuando en realidad nos encontramos atados a algo... destino dicen. Como los pájaros, para nosotros que ellos puedan volar a cualquier parte del mundo constituye una de las máximas expresiones de libertad, sus alas las hemos tomado como símbolo de esto mismo, libertad. Pero también es cierto que se encuentran atadas a ellas, no pueden caminar por la tierra por mucho tiempo sin que sean devoradas por un depredador o sumergirse en el agua como los peces. Estan atadas al cielo, al viento, a las nubes, a todo ello.

Svidrigailof es libre, libre de casarse con quien quiera, de hacer lo que quiera porqué tiene el dinero suficiente, de ir a donde quiera porque nada lo ata al lugar donde se encuentra pero, quizá es aquí donde él se sumerge en su ser para reflexionar acerca de su nueva vida, ¿de verdad era realmente tan libre? O tal vez se da cuenta que la única persona que le amaba realmente ya no está y que no habrá alguien más que le ame como ella lo había hecho por tanto tiempo. Pierde allí su razón de vida... 

Cuando ya no hay más razón para vivir, cuando el hombre lo ha perdido todo, es capaz de todo.