domingo, 17 de enero de 2016

En cualquier momento


Un nueve de Enero de año Dos mil diez y seis.

Quizá no vale tanto la pena escribir. A lo mejor solo lo hago para mí, para guardarlo y leerlo en un después. A lo mejor eso es, que estoy solo en el mundo y que todas las personas a mi alrededor en realidad son reflejos absurdos de mí; miles de millones de reflejos absurdos de mí, en sus múltiples y posibles formas que pueden ser.

Hay veces en que siento como si escribiera en una bitácora espacial, para que, aquel que encuentre mis escritos sepa como vivió este señor en la soledad del espacio y acechado por seres que no existen. ¿Cómo le explico a alguien que no conozco lo que representa este infinito espacio de soledad en la que me encuentro?

(Todo es simple creación de mi mente)

Son muchas las veces en que he dejado de creer en la posibilidad de la inmortalidad, volviéndome un simple ser más, viviendo para morir de una manera sencilla, sin llamar la atención. No es que todo esto sea lo inmediato contrario a la inmortalidad, buscar una muerte heroica, escandalosa que nos vuelva mártires de una noble y justa causa. He dejado de creer en todo eso…

¿No te da en ocasiones esas ganas de abandonar todo y largarte solo y únicamente con lo más indispensable sin un rumbo fijo, sin un lugar donde quedarse, sin saber nada más que de ti mismo?

Todo se resume y lo poco o nada importante que se vuelve todo a tu alrededor. Eso, donde te importa poco que se incendie el de a lado, que roben esto, que maten aquello. Todo se reduce a esa poca importancia que le comienzas a dar a todo, porque llegó ante ti una pregunta que desplomó lo cimientos de todo en lo que creías, ¿Qué tanto vale la pena luchar por ella, por ellos, por todos?

Hoy, que fue ayer y antier, escribo en mi bitácora espacial la poca y nada de importancia que causa ahora todo lo que antes me movía. Siento que en cualquier momento debo de largarme... sin decir más.