Sabes, lo extraño de
todo esto es que he comenzado a acostumbrarme a tu ausencia y cada día aumenta
el miedo que tengo de que ya no sienta que te pueda extrañar más, que ya no
sienta la necesidad de ti, de saber de ti, de preguntarme por ti cada mañana…
Miedo del día en que ya
no te recuerde, de que ya no sepa cómo suena tu voz, como es tu mirada, tu
caminar, la suavidad de tu piel, tu aroma, toda tú. Tengo miedo de olvidar, de
ya no sentir que necesito verte sonreír…
“¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día hoy?
¿Estás bien?”
Y a pesar de todo esto,
aquí estoy, extrañándote, pensando en ti cada mañana, cada tarde y justo antes
de ir a dormir. Escribiendote, describiéndote, dibujándote, pensándote… suspirándote.
A veces te sueño y maldigo cada noche en que no lo hago. Sabes, lo extraño de
todo esto es que eres insuperable.
Es esa necesidad, la
necesidad de extrañarte, a la que aun me aferro, a ese apego que te tengo in-con-di-cio-nal.