sábado, 15 de noviembre de 2014

Cuando el tiempo sobra.

Cada momento es una bonita canción en la memoria de alguien. Nos recordamos con esa canción -¿Cuál canción?- y nos desvanecemos de poco en poco hasta viajar por un solo instante a ese momento exacto en el que vivimos ese recuerdo. ¿Nos abandonamos? Nos abandonamos, nos vamos dejando como si nada… objetos menospreciados y ya, a veces así te hacen sentir.

[La morena que jamás me quizo, esa flaca hermosa que justo –aunque a mi me pareció injusto- en ese momento en el que al fin la besé, me enamoró. Y ahora. ¿Y ahora? Ahora no está.]

Nos lamentamos por todo, por todo lo que pasa y todo lo que no pasa. Por aquello y por lo otro. ¿Qué es la vida sin lamentos, sin un orgullo del cual vanagloriarnos cada que decimos "buenos días"? ¿Qué es lo que no es? ¿Qué es lo que no será? Preguntas fútiles; exhalo, intento vivir. Sangrías nada más, que no me dejan puro, así, sin enfermedad.

Nos lamentamos de que el mañana sea incierto, de que el ahora no sepamos lo que es y que el ayer ya no sea el ahora. Vivimos queriendo lo que ya tuvimos alguna vez en la vida y lamentándonos porque lo perdimos y lo dejamos ir. Nos lamentamos por todo ello. Nos lamentamos, muy seriamente nos lamentamos, con golpes en el pecho, lagrimas y reproches llenos de sinceridad. Nos lamentamos, por todo aquello que no hicimos, por todo aquello que no intentamos o que dejamos como una simple idea en el aire para un futuro.

La verdad es que no estaba en mis planes vivir tanto. ¿Qué hace uno con tanto tiempo de sobra? Arriesgar la vida por enésima vez, quizá.

(No confíes, no quieras, no esperes por nadie, no esperes nada de nadie y así no hay decepciones, así no te dejan sin nada.) Lo lamentable de todo esto es que aprendí que hay personas tan repugnantes que hacen arrepentirme de todo lo bueno que he hecho por los demás. Que alguna vez me dieron una razón o motivo para no continuar ayudando, pero no me vencieron. 


(Para mí, de mí, por mí. Por mi cumple.)