“Caminar mirando de aparador en aparador
es algo así como deambular de identidad potencial a identidad potencial”.
Williamson, 1986 [1]
Caminar representa para la humanidad sus raíces, marca la diferencia con otros seres porque nosotros andamos erguidos en dos pies por el mundo, por la ciudad, por las calles. Caminar representa la primera forma de llegar de un lugar a otro, nos proyecta toda una historia detrás de nosotros que nos recuerda ese gusto por migrar de un destino a otro y en un instante simplemente detenernos y elegir ese lugar que nos gustó para quedarnos.
Caminar representa nuestra evolución, nuestra vida diaria, nuestro ir y venir cada día de nuestra existencia. Caminar simboliza nuestro retorno a las raíces; curioso, que las raíces y los pies comienzan en el suelo, solo que las raíces no caminan. Eso es caminar.
Se nota mucho la diferencia que hay entre caminar en calles así, que son idénticas a pasillos comerciales con tiendas que se pueden encontrar en cualquier otra ciudad, a por ejemplo las calles de Cholula, en Puebla, donde puedes entrar a una tienda donde encuentras los muchos dulces típicos que tiene la ciudad, o a un restaurante de comida típica, a una fonda de por ahí cerca; seguir caminando y llegar a pequeños comercios donde muestran sus artesanías hechas por los escultores de la ciudad.
O caminar por las calles de San Miguel de Allende que cierran el paso a los vehículos para darle preferencia a las personas que caminan por el centro, descubrir andando entre sus calles que en su inmensa mayoría se muestran cosas típicas del lugar, pequeños locales donde se pueden comprar puros hechos allí mismo; las iglesias antiguas, los hostales, las joyerías, caminar por la plaza y encontrarse con la bella fachada de su viejo mercado, llegar a otra iglesia y encontrarse en sus afueras a un vendedor de nieve de queso; entrar a comer a una pequeña fonda para descubrir en sus murales y en su decorado la historia taurina del lugar.
O caminar por las calles peatonales de León y encontrarse con una pequeña feria del libro, los hostales, las boticas, los restaurantes que tienen años asentados allí, las cantinas de más de un siglo, los niños jugando con el agua de la fuente de los leones, descubrir las placas conmemorativas que te cuentan la historia de la ciudad mientras caminas por ella, mirar y aprender su historia en sus edificios, concluir el día sentados a lado de una pareja de adultos mayores que alimentan las palomas que llegan volando a ellos mientras miran el atardecer.
No hace falta llenar nuestras calles de franquicias si nuestras tradiciones, artesanías, dulces y comida pueden enamorar al caminante de nuestra ciudad, motivarlo a explorar cada calle, contagiarlo de ganas de volver. Es gigante la brecha que existe entre estas diferentes visiones de las calles peatonales, entre caminar por calles al estilo de meros pasillos de centros comerciales de cualquier lugar, a caminar por la calle Hidalgo, Relox o Mesones en San Miguel de Allende; o Miguel Hidalgo, Francisco I. Madero o 5 de mayo en León, Guanajuato. Esa es la marcada diferencia entre ambas visiones de calles peatonales donde una denota una mayor perspectiva para obtener el mayor beneficio económico creando un pasillo comercial; mientras que la otra, nos muestra una perspectiva más social y más humana.
[1] Cornejo Portugal, Inés. (2007) El lugar de los encuentros: comunicación y cultura en un centro comercial. Universidad Iberoamericana; México, DF. Página 98.
Rocha Solis, Julio (2015) "Perspectivas distintas sobre la peatonalización." Animal Político. http://www.animalpolitico.com/blogueros-zoon-peaton/2015/11/11/perspectivas-distintas-sobre-la-peatonalizacion/