viernes, 12 de agosto de 2011

Consecuencias tímidas del cósmico amor sin sabor a vos.

Incipiente. Desde la medula ósea hasta el ultimo átomo que se encuentra en mi. Abovedado entre vuestras tímidas piernas, queriendo improvisar una danza mundana. Muriendo entre las imágenes dantescas que se revuelcan sobre los granos de arena, simulando un choque de galaxias, creyendo en la improbabilidad de ser yo.

Girad, que a la vuelta de la esquina se encuentra las sensaciones más sádicas que pudieres vivir. Homenaje a un Conde que filosofa en el tocador. Inventemos una nueva parafilia donde solo nos podamos involucrar, vos y yo. Mordidas, rasguños y una irreversible creencia de que moriremos si nuestros labios no se llegan a encontrar. El estruendo al encontraros juntos.

Consumid me, y mirad a través del espejo como me voy, de poco en poco, de un tanto en tanto. Que tu saliva adiposa se queme y desintegra el sabor de tus ojos hasta que se sacie mi hambre de ti. Quimérico amor, que sufro por vos; desde el megáfono escuchareis esas lúgubres palabras.

Que no os dejen correr, hasta que cuente diez, hasta que la fabula se vuelva realidad. Consulta los astros, ninguno os dirá que te quiere igual que yo. Dejad que las palabras muden en acción, dejad que todo esto mute a verdad que, en una escala del uno al millón, sois infinita.

Añoro los murmullos incoloros de tu suave corazón, hazme la pregunta más absurda cuando aquel se encuentre entre mis manos, con mis dedos acariciando su interior.

-¿Que comerán los grillos?

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